No entiendo como la brasileña puede mirarse al espejo y sentirse a gusto con lo que ve. Pero bueno, no estamos aquí para comentar su apariencia física sino para analizar sus cualidades deportivas. Y creo que estamos ante una pelea engañosa, en donde algo me dice que no va a seguir ninguna lógica.

Las estadísticas demuestran que las mujeres son más propensas a alcanzar las decisiones. Así mismo, es un hecho que cuanto más pequeña es la división, menos poder encarnan sus protagonistas, lo que resulta en un menor númeo de finalizaciones. Por si fuera poco, la historia nos dice que cuando se encuentran dos grapplers de alto nivel el combate acaba volviéndose un intercambio de golpes poco vistosos con dos contendientes reacios a ello.

Pero ni los razonamientos sensatos ni las matemáticas tienen cabida en las apuestas. Sarah Frota y Gillian Robertson son dos grapplers con calidad, pero tan distintas como el día y la noche.

La brasileña, Sarah Frota, cuenta con una base de grappling muy sólida. Posee un cinturón negro en jiu jitsu brasileño, y hasta la fecha, sus interacciones a ras del suelo me han dejado buen sabor de boca. Sabe como moverse, como protegerse y como mejorar su posición tanto en actitudes defensivas como ofensivas. Sin embargo, en su debut en la UFC ante la compatriota Livia Renata Souza sentí una gran decepción pues dejo entrever un inmenso problema con su wrestling. Su incapacidad para defender derribos fue alarmante, y pese a que defensivamente mantuvo el tipo, no tuvo reacción alguna a las múltiples veces que se vio en su espalda.

Ahora bien, no sería la primera vez que un atleta realiza una pobre presentación durante su debut en la empresa más grande de artes marciales mundial. El reportorio de peleas que tiene en su natal Brasil contiene información muy valiosa y demuestra que Frota es una luchadora muy peligrosa. Quiero creer que los nervios hicieron acto de presencia y aun estamos pendientes de ver la mejor versión de Frota.
 
Me he centrado en las materias que giran en torno al suelo pues su rival, Gillian Robertson, me parece una grappler pura. Sus esfuerzos se concentran en obtener una posición dominante, ganar la espalda del oponente y someterla. Es una luchadora agresiva, que fundamenta sus derribos en los errores que comete el rival a raíz de la presión que ejerce sobre ellos. No es una wrestler metódica, pero ha desarrollado interesantes trabas propias del grappling con las que consigue llevar la pelea a la lona. Una vez en el suelo prioriza la sumisión sobre la posición, lo que permite a sus oponentes volver a sus pies en multitud de ocasiones.

El problema de Robertson es que carece de plan B. Si no consigue imponer su dominio a ras del suelo no tiene ningún as bajo la manga que mostrar. En sus pies es una luchadora básica, con un golpeo por debajo de la media. Y dada su inconsistencia para mantener posiciones ventajosas, le es complicado ganar decisiones. Por lo general, cuando su grappling no le permite tomar la iniciativa se viene abajo mentalmente, quedando a merced de su rival.

Tengo la sensación de que Robertson va a sufrir más de lo esperado para someter a Frota. La brasileña es un hueso duro de roer y cuenta con un golpeo vastamente superior al de la americana. Por si fuera poco, para encontrarnos en las 125 libras femeninas, acarrea un gran poder en sus manos, y no sería la primera vez que noquea a una rival en frio con un golpe limpio.

Cabe la posibilidad de que Robertson obtenga su posición anhelada y someta sin dificultad a Frota. Pero en mi mente veo una pelea que termina con una Robertson en su espalda, frustrada ante la buena defensa esgrimida por nuestra mujer, recibiendo golpes a ras del suelo de la luchadora más fuerte, lo que derive en la intervención del árbitro, más por piedad que por necesidad.

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